Callar a Penélope: mujer, voz y liderazgo en el Sector Público

21/03/2025 8 min 0 Comentarios mujerespublico
Asociación de Mujeres en el Sector Público - Callar a Penélope: mujer, voz y liderazgo en el Sector Público

¿Quién decide cuál es la voz de autoridad en el sector público? ¿Y por qué sigue costando tanto que las mujeres ocupemos ese espacio?

grafico encuenta autoridad

Como dice Mary Beard en su libro Mujeres y poder: «Quizás deberíamos actuar y hacer aflorar a la superficie aquellos temas que tendemos a posponer acerca de cómo hablamos en público, por qué y cuál es la voz adecuada. Lo que necesitamos es cierta sensibilización sobre lo que entendemos por “voz de autoridad” y cómo hemos llegado a crearla.»

La voz de autoridad no es solo hablar con firmeza. Es el reconocimiento social y profesional de que una persona tiene conocimiento, experiencia y legitimidad para opinar, tomar decisiones y liderar en un ámbito determinado. Se trata de que lo que se dice sea escuchado, validado y tenido en cuenta.

Para reflexionar sobre cómo construimos la autoridad y qué papel juega el género en ello, lancé una pregunta en LinkedIn:

Si cierras los ojos y tienes que imaginar una voz de autoridad en tu ámbito profesional, ¿quién se te viene a la cabeza, un hombre, una mujer o referentes de ambos sexos?

Más de la mitad eligió un hombre y tan sólo el 13,6% una mujer (ver nota).

Estos datos reflejan que la autoridad sigue asociándose mayoritariamente a lo masculino, incluso entre las propias mujeres. La socialización refuerza estos estereotipos de género y limita el reconocimiento de las mujeres como referentes.

Silenciadas desde la Antigüedad

En el canto primero de la Odisea, en el corazón mismo de los mitos fundacionales de nuestra cultura, se narra un momento revelador: Telémaco manda callar a su madre, Penélope, y la expulsa del espacio de la conversación. Ella había osado intervenir en el salón donde los hombres hablaban de su padre, Odiseo, sugiriendo que se entonase una canción distinta. Pero su hijo, aún un muchacho, la interrumpe con firmeza y le ordena retirarse a sus habitaciones, recordándole que el habla pública es asunto de los hombres.

Así, en los albores de nuestra tradición literaria, queda sellado un pacto silencioso: el derecho a la palabra es un privilegio masculino.

Desde entonces, la voz femenina ha sido sustraída, censurada o desacreditada, relegada a los márgenes de la historia y de los discursos oficiales. En los foros, en los senados, en las cátedras, en los talleres y en los despachos, las mujeres han debido conquistar con esfuerzo cada sílaba pronunciada en público, cada argumento lanzado contra el viento de la costumbre. La autoridad no se nos concede, debemos arrancarla.

La advertencia de Telémaco continua resonando a lo largo de los siglos, ¿cómo?

Negándonos el espacio sonoro, disfrazada de interrupciones

Las mujeres en sectores masculinizados hablamos menos y somos interrumpidas con mayor frecuencia. Un estudio de la Universidad de Princeton y Brigham Young evidenció que en reuniones mixtas, las mujeres hablan un 25% menos que los hombres. Cuando son minoría en el equipo, esta cifra aumenta al 40%.

Sobre las interrupciones en el ámbito profesional, Kieran Snyder analizó 15 horas de reuniones en una empresa tecnológica: de 314 interrupciones, dos tercios fueron realizadas por hombres. En el Tribunal Supremo de EE.UU., un estudio de Jacobi y Schweers encontró que las juezas eran interrumpidas con mucha más frecuencia que sus colegas hombres, incluso por abogados de menor rango.

Nuestras ideas son ignoradas hasta que las repite un hombre

Este fenómeno se conoce como bropropriating, cuando un hombre repite una idea de una mujer y recibe el crédito por ella. El estudio de Princeton y Brigham Young encontró que las ideas de las mujeres tienen un 30% menos de probabilidades de ser reconocidas que las de sus compañeros varones.

Las asesoras de Barack Obama en la Casa Blanca identificaron este patrón y comenzaron a usar una estrategia de amplificación: cada vez que una mujer decía algo relevante, otra lo repetía y le atribuía el mérito, para evitar que un hombre se apropiara de la idea.

Nuestro conocimiento y comportamiento son más cuestionados

La filósofa feminista Miranda Fricker define en “Epistemic Injustice: Power and the Ethics of Knowing“ el concepto de injusticia testimonial, que ocurre cuando las mujeres (y minorías discriminadas) son sistemáticamente percibidas como menos creíbles. Sus afirmaciones son más cuestionadas, sus opiniones se perciben como menos fiables y sus conocimientos deben ser validados con mayor esfuerzo que los de sus colegas varones.

El Efecto Jennifer y John, un experimento realizado en 2012, evidenció este sesgo. Se envió un currículum idéntico con un nombre masculino y otro femenino. John fue calificado como más competente y se le ofreció un salario mayor. Jennifer, con el mismo perfil, fue subestimada y recibió menos oportunidades profesionales.

En sectores como la arquitectura, la ingeniería o la ciencia, las mujeres deben demostrar constantemente su competencia, mientras que en los hombres se asume. En la encuesta realizada para la publicación “El papel de la mujer en la Administración Pública del siglo XXI”, se recogían los siguientes resultados: 3 de cada 10 arquitectas consideraban que su opinión no se valora igual que la de un compañero varón, 4 de cada 10 creían que los hombres reciben mejor trato en el ámbito laboral y más del 50% de las arquitectas encuestadas había tenido la sensación de sentirse minusvalorada en su entorno de trabajo.

¿Qué significa esto en la práctica? Que nuestras decisiones se cuestionan más, que debemos justificar con más argumentos lo que decimos y que nuestra voz tiene menos peso en debates técnicos o de gestión.

Y si esto no fuera suficiente, el sesgo de la cuerda floja hace que las mujeres deban equilibrar entre ser competentes y ser «agradables», algo que no se exige a los hombres.

Un estudio de Harvard y Carnegie Mellon analizó cómo se percibía a hombres y mujeres en una negociación de empleo. Ambos leyeron el mismo guion. Los hombres fueron percibidos como fuertes y estratégicos. Las mujeres fueron vistas como mandonas y difíciles.

La percepción de la autoridad sigue siendo desigual: si una mujer es asertiva, se la castiga; si no lo es, se la descarta.

A pesar de todo, las mujeres seguimos alzando nuestra voz, tomando la palabra para impulsar la igualdad y el cambio en nuestras organizaciones. Como eco de las que nos precedieron. Como anuncio de las que vendrán.

Ana Báez

 

 

Ana Báez

Arquitecta. Diputación de Huelva.

 

Este artículo nace de las reflexiones compartidas en el Encuentro Territorial de Mujeres en el Sector Público de Andalucía -Mujeres de Palabra- en San José de la Rinconada, el 14 de marzo de 2025.

 

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Nota 1

La encuesta contó con un total de 139 votos, con una participación del 73.38% de mujeres y 26.62% de hombres. En términos generales, el 49.64% de las respuestas identificaron a un hombre como voz de autoridad, mientras que solo el 13.67% mencionaron a una mujer y el 36.69% a referentes de ambos sexos.

Al desglosar los datos por género, se observa que entre las mujeres, el 54.90% asocia la autoridad a un hombre, el 14.71% a una mujer y el 30.39% a referentes de ambos sexos. Entre los hombres, el 35.14% identificó a un hombre, el 10.81% a una mujer y el 54.05% a ambos.

 

Bibliografía

  • Nosotras también construimos. Situación y análisis del papel de las arquitectas en el Sector Público Español. El papel de la mujer en la Administración Pública del siglo XXI. Instituto Nacional de Administración Pública www.inap.es ISBN: 978-84-7351-754-6 (formato papel). – ISBN: 978-84-7351-755-3 (formato electrónico) · 1 dic. 2022
  • Gender Inequality in Deliberation: Unpacking the Black Box of Interaction. Disponible en: Princeton University.
  • «No son ellas las parlanchinas, son ellos». Capitán Swing. Disponible en: Capitán Swing.
  • Jacobi, Tonja & Schweers, Dylan (2017). Justice, Interrupted: The Effect of Gender, Ideology, and Seniority at Supreme Court Oral Arguments. Emory Law. Disponible en: Scholarly Commons.
  • Fricker, Miranda. Epistemic Injustice: Power and the Ethics of Knowing. Disponible en: Círculo Semiótico.
  • Efecto Jennifer y John. Disponible en: Wikipedia.
  • ¿Por qué las mujeres no quieren escribir en The Conversation?. The Conversation. Disponible en: The Conversation.
  • Bowles, Hannah Riley; Babcock, Linda & Lai, Lei (2005). It Depends Who Is Asking and Who You Ask: Social Incentives for Sex Differences in the Propensity to Initiate Negotiation. Disponible en: SSRN.

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