Para desarrollar un Liderazgo adecuado, hay que entender tres elementos clave:
- El liderazgo es un proceso compuesto por:
- Dirección: propósito compartido, metas, objetivo y sentido.
- Alineamiento: organización y coordinación del conocimiento y el trabajo dentro de un colectivo
- Compromiso: poner los intereses y beneficios del grupo/equipo por delante de los individuos.
- El liderazgo se produce en tres entornos, llamados lógicas de liderazgo:
- Lógica Dependiente.
- Lógica Independiente.
- Lógica Interdependiente.
Cada lógica exige una manera diferente de conseguir generar Dirección, Alineamiento y Compromiso y viene determinadas por el entorno y las circunstancias en las que nos movemos.
A nivel Individual, las lógicas se refieren a cómo se relacionan las personas y a cómo se hace el trabajo.
A nivel Grupal nos ofrece información sobre normas de control, poder e inclusión.
A nivel Organizacional, las lógicas conforman la cultura de liderazgo de la organización.
- Los niveles en los que se produce el liderazgo son:
- La sociedad
- La organización.
- Los equipos.
- Los individuos.
Cada nivel se solapa en el posterior. La atención a los procesos y los resultados en los cuatro niveles es necesaria para desarrollar un liderazgo adecuado a cada momento y situación (“liderazgo situacional”).
Algunas cuestiones a tener en cuenta
- La gestión son conversaciones, no mensajes unidireccionales.
- Las personas que trabajan en una organización han de ser capaces de pedir y gestionar adecuadamente su cuota real de poder.
- Vayamos más allá de lo que llamamos “delegación”. Se trata de transmitir conocimiento, tomar decisiones, arriesgarse y equivocarse (lo que suelen llamar “empoderar”). Dentro del propósito y valores de la organización, las personas deben manejarse con libertad y poder tomar decisiones.
- La clave es la acción. Pero una acción dirigida a la participación y la innovación.
- La “autoridad” real hoy se basa en el respecto por el conocimiento y la capacidad de colaboración.
Una Persona Líder es hábil y eficaz cuando…
- Es una persona elegante.
- Es una persona clara, que te viene de frente, lo que genera tranquilidad en su ambiente de trabajo.
- Educa en valores.
- Es prudente y “se muerde la lengua” para no hacer daño con las palabras.
- Da la cara siempre por las personas que trabajan con ella.
- Se gana el respeto a través del rendimiento y la gestión de personas.
- Es positiva. Saca aprendizaje de la derrota e insufla energía y optimismo cuando más se necesitan.
- Se preocupa por el bienestar y la calidad de vida de su equipo.
- Es un elemento motivador dentro del grupo. Influye de tal manera en él que le ayuda en la consecución de sus objetivos individuales y grupales.
- Delega bien.
- Fomenta el trabajo en equipo, el buen ambiente laboral y la comunicación entre sus miembros.
- Sabe adecuar su estilo de liderazgo a las distintas personas.
- Se pone objetivos desafiantes e invierte esfuerzo para conseguirlos.
- Es creíble y fiable ante los suyos, haciendo que los suyos se sientan seguros y respaldados.
- Es simplemente inteligente.
- Es aquel “jefe”/”jefa” del que todos y todas, o la mayoría, hablan bien cuando no está presente.
Prácticas más comunes de las personas líderes de éxito
- Hacen que las demás personas se sientan seguras al hablar o plantear sus posiciones.
- Toman decisiones: se centran en hacer que las cosas “sucedan”.
- Comunican las expectativas: son grandes comunicadores. Decirlo y escribirlo.
- Desafían a las personas a pensar: su fuerte es escuchar y empatizar y dar herramientas para crecer.
- Son responsables ante las otras personas: permite a sus compañeros/as gestionarse a sí mismos/as y también rinden cuentas ante el resto.
- Predican con el ejemplo: practican lo que predican y son conscientes de sus acciones.
- Miden y recompensan el desempeño: refuerzan.
- Proporcionan retroalimentación continua: proporcionando, además, confianza en las relaciones con sus compañeros/as.
- Fomentan el talento adecuadamente: activan las capacidades de las personas y sacan el máximo provecho de sus habilidades, teniendo en cuenta las circunstancias.
- Formulan preguntas y piden consejo.
- Resuelven problemas sin posponerlos y no evitan las circunstancias incómodas.
- Energía positiva y actitud: crean una cultura de trabajo positiva y creativa. Establecen un clima emocional grato y motivan a tomar las medidas necesarias para enfrentar las dificultades del día a día.
- No dejan de enseñar para mantener a las personas bien informadas.
- Invierten en las relaciones.
- Disfrutan de sus responsabilidades: les encanta servir los demás.
Recordemos que la Base del liderazgo es entender el entorno en el que nos movemos y generar una Dirección: qué queremos hacer, por qué, dónde queremos hacerlo y cómo queremos hacerlo.
A partir de ahí hay que buscar el Alineamiento, armonizar los subsistemas organizativos (estratégicos, humanos, teconológicos, estructurales, culturales…) con el entorno para poder sacar el máximo rendimiento y así multiplicar el que las personas compartan un Compromiso.
El liderazgo consiste en el arte de convencer a la gente de que colabore para conseguir un objetivo común.
Liderar con Inteligencia Emocional
El liderazgo es sacar lo mejor de las demás personas. Y aprender a gestionar las emociones es fundamental. No solo hay que mirar la calidad del trabajo y el talento; hay que observar cómo es cada persona del equipo socialmente, cómo comunicarse con ella y saber sacarle siempre un “extra”. Hay que escuchar a cada persona del equipo y valorar lo que dice, buscando siempre lo que destaca en cada una.
¿Qué tiene que aportar una persona líder desde la inteligencia emocional?
- Respeto, compromiso, confianza y emoción: todas las personas buscamos lo mismo: ilusión, cariño y confianza. “A la persona profesional, exigencia. A la persona, respeto”.
- Comunicación abierta y directa. tenemos que escuchar, no oír: lo importante es averiguar (escuchar) lo que se piensa.
- Tenemos que hacer un ejercicio de humildad, basado en el no suponer, sino en preguntar, escuchar, no etiquetar. y preguntar de forma abierta, para saber, no para decir.
- Liderar con confianza: la confianza no da asco.
- Liderar es regalar, a diario, comunicación, empezando por un pequeño gesto diario como puede ser un saludo. cuando comunicamos, no solo pasamos información, sino que también hacemos relación. la comunicación diaria no es un problema de tiempo. es un problema de hábito. siempre hay tiempo para ese pequeño intercambio.
- Preguntar para implicar: conocer las necesidades, las expectativas, los deseos de las personas y actuar en consecuencia. esto aumenta la implicación de la gente y, por tanto, el rendimiento sube y las personas están más satisfechas.
- Autenticidad, es decir, creer en lo que se dice y entusiasmo, disfrutar haciéndolo. para que las demás personas te crean y confíen en ti, primero tienes que creer y confiar en ti mismo/a.
- Reconocer y elogiar el trabajo de las personas de manera frecuente y con absoluta sinceridad.
- Promover el trabajo colaborativo: gestionar al equipo ilusionándole y animándole al esfuerzo común, partiendo del ganar-ganar y siendo la confianza la base para que la relación funcione de manera adecuada.
Nos sabemos todos estos conceptos de memoria, pero, a veces, nos olvidamos de aplicarlos desde el corazón. Entrenemos ese músculo para avanzar hacia organizaciones más humanas porque somos personas, ¿verdad? Pues trabajemos como tal…
Por Lucía Quiroga Rey
En twitter: @luciaquirogarey
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* Reflexiones e ideas sacadas del libro “Liderar con el corazón”, de Joan Carles March Cerdá et al. Y editado por la Escuela Andaluza de Salud Pública en 2014.
* Imágenes de pixabay
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