Solo el 1,64% del total de efectivos en los ministerios de de la Administración General del Estado, y el 1,31 % en los organismos autónomos adscritos a la misma, corresponden a empleados < 30 años, de conformidad al último Boletín estadístico de personal al servicio de las Administraciones Públicas, de julio de 2020. Siendo la media de acceso a la función pública de 35 años.
Dado que esta cifra no se desagrega por sexos, podría estimarse que el porcentaje de mujeres inferiores de 30 años es inferior al 1% de toda la plantilla de la Administración General del Estado.
En otras administraciones autonómicas o locales las cifras son similares, si bien, aquí entra en juego nuestro peor enemigo la temporalidad.
Son muchas las causas del envejecimiento de las plantillas, que dan para repensar la selección del empleo público en jornadas de horas infinitas, entre otras:
- La falta de planificación estratégica en la gestión de recursos humanos.
- La falta de retención o atracción del talento joven.
- La duración interminable los procesos selectivos.
- El sacrificio económico y personal de la preparación.
Vista la poca presencia de mujeres menores de 30 años dentro de la Administración, suele causar cierta sorpresa en el ámbito profesional nuestro acceso. Ello provoca, desde el inicio situaciones sutiles, pero que en el trasfondo esconden machismo, aparecen los MICROMACHISMOS.
El micromachismo se define como la actitud, acción o práctica que es machista pero que no resulta demasiado evidente en un principio al ser algo sutil, cotidiano o socialmente muy asumido. Por ejemplo, “corres como una niña” o “qué suerte, tu marido te ayuda en casa”.
Estos micromachismos interseccionan no solo en el sexo de la servidora público, sino también en su edad, o sea, se presenta el edadismo, la discrimación por razón de edad.
A continuación, enumero 4 situaciones vivencias propias y que están totalmente normalizadas:
Micromachismo nº 1:
- Hola, pero qué jovencita eres, ¿no?
Micromachismo n.º 2:
- Si no es molestia, ¿que edad tienes?
- 24
- Pero que joven, si eres una niña, todavía.
Micromachismo n.º 3:
- Tú eres….. pensaba que eras las becaria.
Micromachismo n.º 4:
- Tú eres…. pensaba que tú eras la auxiliar, y tu compañero, que es mayor, el superior jerárquico.
Se nos infantiliza, se nos estereotipa en puestos de formación o de baja escala administrativa, se nos trata de manera condescendiente o paternalista (mansplaining), dentro de la Administración.
Con todo ello, quiero mostrar una realidad que es necesario abordar dentro de la brecha de género en la Administración. Desde el colectivo, desde la sororidad, juntas podremos romper las barreras que nos impiden ser iguales entre iguales.
Sandra Gascón Castillo, una servidora pública con mucho que aprender y mucho que aportar.
Muy acertado. En mi opinión es necesario un cambio de actitudes por parte de todos para que estos comportamientos cambien.