La salud de la mujer cae en saco roto

06/10/2021 10 min 0 Comentarios mujerespublico
Asociación de Mujeres en el Sector Público - La salud de la mujer cae en saco roto

El pasado año 2020 se cumplía el 25 aniversario de la Declaración de Beijing sobre la igualdad de género, principal documento de política mundial sobre este tema.  Coincidía con el sexagésimo cuarto periodo de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW64). El desarrollo de la agenda de estos eventos, como tantos otros, se vio afectado por el avance de la pandemia mundial y la mayoría de los actos previstos fueron aplazados o suspendidos. La lucha por los derechos de la mujer, en general, y la revisión del cumplimiento de la Declaración de Beijing, en particular, quedaron a la espera de la evolución de la situación sociosanitaria.

De todos modos, el 9 de marzo de 2020, dentro del CSW64, se aprobó una Declaración Política con ocasión del 25 Aniversario. Dicha declaración, afirma que, por mucho que se haya avanzado, “ningún país ha logrado plenamente la igualdad (…).”

En lo que se refiere a la salud, la Plataforma de Acción recogida en la Declaración de Beijing (1995), dedicaba su Capítulo III a “12 esferas de especial preocupación”, siendo la 3ª “La mujer y la salud”. En él se advierte de la desigualdad que existe con respecto a las mujeres en cuanto a la pobreza, dependencia económica, poder limitado sobre su libertad sexual y reproductiva, discriminación por nacer niña, matrimonios forzados incluso siendo menores, mutilación genital y un sinfín de cuestiones atroces y difíciles de entender desde nuestra perspectiva de mujeres de países desarrollados,  teniendo en cuenta, además, que muchas de esas cuestiones, todavía no han sido erradicadas en pleno siglo XXI. Tal es así que, en la Declaración Política aprobada en el CSW64, y anteriormente citada, se reconoce la necesidad de intensificar “los esfuerzos para la aplicación plena, efectiva y acelerada (…)” de la Declaración de Beijing, de cara “a avanzar en todos los Objetivos y metas de la Agenda 2030.” Esa “aceleración”, tan necesaria como urgente, es muy probable que parta desde varios pasos más atrás, debido a las secuelas de la pandemia, que habrá acentuado las desigualdades en gran parte del mundo y no solo en países en vías de desarrollo.

En nuestro entorno más cercano, por ejemplo, en la reciente situación vivida por la pandemia, resulta evidente que el teletrabajo ha repercutido de forma diferente entre hombres y mujeres en algunos aspectos, tal y como se recoge en el Informe de la Encuesta sobre el impacto del teletrabajo para las mujeres, diseñada y lanzada desde la Asociación de Mujeres en el Sector Público. Cuestiones como el diferente reparto de las tareas en el hogar, la ayuda prestada a los hijos con el aprendizaje a distancia, las horas de sueño o la carga mental, reflejan una desigualdad de género palpable y que no se puede perder de vista ya que, según todos los indicios, el teletrabajo ha venido para quedarse.

Desde nuestra posición privilegiada de mujeres pertenecientes a países desarrollados, y sin dejar en el olvido a esas otras mujeres y niñas de países en vías de desarrollo, cuyas libertades están tan mermadas, debemos hacer cuanto esté en nuestras manos por seguir avanzando en todos aquellos terrenos en los que encontremos margen de mejora, y el de la salud es uno de ellos.

Más investigación y un nuevo planteamiento

La salud en clave femenina es un universo que poco a poco se va conociendo mejor. De todos modos, se necesita mucha más inversión en investigación y un giro importante en el planteamiento sobre la vida sexual y reproductiva de la mujer, respetando el proceso natural que supone y dejando de abordarla como si de un problema o enfermedad se tratase, cambiando el paradigma hacia una perspectiva donde la educación y la prevención sean los ejes sobre los que vertebrar cualquier acción referida a nuestra salud.

Como mujer que ha pasado por dos embarazos, especiados en tres años (2005-2008), puedo dar fe de un ligero y tímido avance entre ambas experiencias, tanto en lo referente a la preparación al parto y la atención médica durante el mismo, como en el apoyo a la lactancia y la recuperación postparto. Es de esperar que, desde entonces, ese avance haya seguido una progresión y así subyace de los comentarios que las mujeres de mi entorno refieren sobre sus experiencias como madres. De todos modos, sigue habiendo cuestiones que deberían cambiar.

Más allá de que la planificación familiar se base casi exclusivamente en la acción sobre el cuerpo y el metabolismo de la mujer, más allá de que se logre una mayor conquista sobre la duración de los permisos de maternidad o de que la edad reproductiva de la mujer deje de ser un posible condicionante a la hora de la contratación laboral, la salud de la mujer se ve ampliamente afectada por la maternidad porque se sigue actuando sobre ella tarde y de forma paliativa, en vez de combinar acciones preventivas y educativas desde edades tempranas o, por lo menos, desde la adolescencia. Me estoy refiriendo, en concreto, a la salud del suelo pélvico.

La década de los 80 supuso un antes y un después en el estudio de la musculatura de dicho suelo, gracias a la dedicación en la reeducación y rehabilitación uro-ginecológica de Marcel Caufriez. Sus estudios y las posteriores investigaciones y trabajos desarrollados por la Tamara Rial y Piti Pinsach, sirvieron para plantear la práctica de los ejercicios hipopresivos como elemento de rehabilitación del suelo pélvico femenino en los casos de incontinencia urinaria o prolapsos. Más tarde se consideró la posibilidad de abordar el trabajo de hipopresivos desde la preparación al parto, con lo que se conseguía una mejor funcionalidad del suelo pélvico y se prevenían los posibles problemas derivados del alumbramiento. Me consta que ha habido cierto avance en este sentido, pero también que resulta insuficiente la aplicación de protocolos efectivos para que la aplicación de los hipopresivos sea generalizada en los centros de salud. Damos como un hecho aceptado e inevitable que es normal padecer incontinencia urinaria a partir de cierta edad (cada vez más temprana), debido a los posibles partos y a los cambios hormonales que se producen en la menopausia cuando, en realidad, estos problemas se pueden paliar en gran medida con una concepción más holística de la salud de la mujer.

Suelo pélvico e hipopresivos

Por si fuera poco, el aspecto físico cobra cada vez mayor importancia. Las personas en general, y las mujeres en particular, se lanzan a practicar deporte sin tener el suelo pélvico y el core preparados para deportes de impacto como correr, o realizan rutinas de abdominales y gimnasio, levantamiento de pesas o crossfit, sin tener en cuenta conocimientos o un mínimo asesoramiento sobre la forma adecuada sobre cómo hacerlos, por lo que las lesiones del suelo pélvico están más que aseguradas. Miedo me da pensar en las consecuencias de todos los entrenamientos realizados durante el confinamiento por personas que seguían cualquier tutorial de you tube o directo de instagram.

Extensión, Deportes, Mujer, Atleta, Aptitud Física

Cada vez hay más evidencias y casos de deportistas que refieren problemas de incontinencia debido al trabajo descompensado que tonifica la faja abdominal a costa de someter a la muscula tura del suelo pélvico a una hiperpresión. De ahí que los hipopresivos hayan ido, poco a poco, incorporándose a la rutina de entrenamiento de numerosas disciplinas deportivas, con el fin de lograr un entrenamiento más equilibrado y lograr la prevención de futuras lesiones.

La última disciplina en sumarse a la práctica de los hipopresivos es la música, en especial cantantes e instrumentistas de viento. Cada vez son más las profesionales que se convencen de la idoneidad de incorporar a su rutina la práctica de hipopresivos, tanto por su acción preventiva sobre las posibles presiones a las que se somete el suelo pélvico en la práctica artística, como por la mejora a nivel de control postural, liberación y ampliación de la capacidad respiratoria, así como beneficios a nivel psicológico, ya que el pxoas y el diafragma, músculos de las emociones por antonomasia, se ven implicados en la realización de los hipopresivos y la acción sobre ellos resulta muy beneficiosa.

Dicho todo esto, ¿a qué esperamos para incorporar la enseñanza de la musculatura del suelo pélvico y la práctica de estiramientos o hipopresivos en los centros escolares? ¿por qué no se normaliza su práctica en la preparación al parto y en la recuperación tras él? ¿por qué no se incluye en las revisiones ginecológicas un reconocimiento sobre el grado de funcionalidad de la musculatura del suelo pélvico? ¿qué tal si se actualiza la formación de las personas que se dedicarán a la preparación física en las diciplinas deportivas o en las artísticas?

La RAE define el término Salud como “Estado en el que el ser orgánico ejerce normalmente todas sus funciones”. El suelo pélvico femenino deja de ser funcional demasiado pronto, teniendo en cuenta que cada vez se alarga más la esperanza de vida. Y no es solo un problema de mujeres. Los hombres también se pueden beneficiar de la práctica de los hipopresivos ya que se evitan problemas a nivel de próstata, hernias inguinales o pinzamientos de nervio pudendo. La diferencia es que, en el caso de las mujeres, partimos con la desventaja de tener la cadera más ancha que la de los hombres y eso condiciona que seamos más propensas a tener problemas en esa zona del cuerpo, incluso sin haber pasado por la experiencia de embarazos y partos.

El conocimiento de esta característica de nuestra anatomía nos da el poder para evitar que sigamos aceptando estas afecciones como inevitables. Debemos ponernos manos a la obra y comprometernos con nuestra salud, primero a nivel individual, haciendo cuanto esté en nuestra mano por tomar conciencia de la importancia de mantener nuestro suelo pélvico en forma. Después a nivel colectivo, reclamando atención y asesoramiento médico especializado sobre esta cuestión desde la escuela hasta en los reconocimientos ginecológicos. Y siempre pensando que, si nosotras, en esta parte del mundo llena de privilegios, andamos manga por hombro en este sentido, cómo no estarán las mujeres de esos otros países a los que les queda tanto recorrido por avanzar. Por ellas, por nosotras, hagamos lo posible para que la salud de la mujer no caiga en saco roto.

Más fuerte que nunca, mi lema: ¡Mucha música y mucha salud!

Ana María Pérez Martínez

www.aninamasana.com

twitter.com/aninamasana

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ESCRITO POR Mujeres en el Sector Público

La salud de la mujer cae en saco roto

El pasado año 2020 se cumplía el 25 aniversario de la Declaración de Beijing sobre la igualdad de género, principal documento de política mundial sobre este tema.  Coincidía con el sexagésimo cuarto periodo de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW64). El desarrollo de la agenda de estos eventos, como tantos otros, se vio afectado por el avance de la pandemia mundial y la mayoría de los actos previstos fueron aplazados o suspendidos. La lucha por los derechos de la mujer, en general, y la revisión del cumplimiento de la Declaración de Beijing, en particular, quedaron a la espera de la evolución de la situación sociosanitaria.

De todos modos, el 9 de marzo de 2020, dentro del CSW64, se aprobó una Declaración Política con ocasión del 25 Aniversario. Dicha declaración, afirma que, por mucho que se haya avanzado, “ningún país ha logrado plenamente la igualdad (…).”

En lo que se refiere a la salud, la Plataforma de Acción recogida en la Declaración de Beijing (1995), dedicaba su Capítulo III a “12 esferas de especial preocupación”, siendo la 3ª “La mujer y la salud”. En él se advierte de la desigualdad que existe con respecto a las mujeres en cuanto a la pobreza, dependencia económica, poder limitado sobre su libertad sexual y reproductiva, discriminación por nacer niña, matrimonios forzados incluso siendo menores, mutilación genital y un sinfín de cuestiones atroces y difíciles de entender desde nuestra perspectiva de mujeres de países desarrollados,  teniendo en cuenta, además, que muchas de esas cuestiones, todavía no han sido erradicadas en pleno siglo XXI. Tal es así que, en la Declaración Política aprobada en el CSW64, y anteriormente citada, se reconoce la necesidad de intensificar “los esfuerzos para la aplicación plena, efectiva y acelerada (…)” de la Declaración de Beijing, de cara “a avanzar en todos los Objetivos y metas de la Agenda 2030.” Esa “aceleración”, tan necesaria como urgente, es muy probable que parta desde varios pasos más atrás, debido a las secuelas de la pandemia, que habrá acentuado las desigualdades en gran parte del mundo y no solo en países en vías de desarrollo.

En nuestro entorno más cercano, por ejemplo, en la reciente situación vivida por la pandemia, resulta evidente que el teletrabajo ha repercutido de forma diferente entre hombres y mujeres en algunos aspectos, tal y como se recoge en el Informe de la Encuesta sobre el impacto del teletrabajo para las mujeres, diseñada y lanzada desde la Asociación de Mujeres en el Sector Público. Cuestiones como el diferente reparto de las tareas en el hogar, la ayuda prestada a los hijos con el aprendizaje a distancia, las horas de sueño o la carga mental, reflejan una desigualdad de género palpable y que no se puede perder de vista ya que, según todos los indicios, el teletrabajo ha venido para quedarse.

Desde nuestra posición privilegiada de mujeres pertenecientes a países desarrollados, y sin dejar en el olvido a esas otras mujeres y niñas de países en vías de desarrollo, cuyas libertades están tan mermadas, debemos hacer cuanto esté en nuestras manos por seguir avanzando en todos aquellos terrenos en los que encontremos margen de mejora, y el de la salud es uno de ellos.

Más investigación y un nuevo planteamiento

La salud en clave femenina es un universo que poco a poco se va conociendo mejor. De todos modos, se necesita mucha más inversión en investigación y un giro importante en el planteamiento sobre la vida sexual y reproductiva de la mujer, respetando el proceso natural que supone y dejando de abordarla como si de un problema o enfermedad se tratase, cambiando el paradigma hacia una perspectiva donde la educación y la prevención sean los ejes sobre los que vertebrar cualquier acción referida a nuestra salud.

Como mujer que ha pasado por dos embarazos, especiados en tres años (2005-2008), puedo dar fe de un ligero y tímido avance entre ambas experiencias, tanto en lo referente a la preparación al parto y la atención médica durante el mismo, como en el apoyo a la lactancia y la recuperación postparto. Es de esperar que, desde entonces, ese avance haya seguido una progresión y así subyace de los comentarios que las mujeres de mi entorno refieren sobre sus experiencias como madres. De todos modos, sigue habiendo cuestiones que deberían cambiar.

Más allá de que la planificación familiar se base casi exclusivamente en la acción sobre el cuerpo y el metabolismo de la mujer, más allá de que se logre una mayor conquista sobre la duración de los permisos de maternidad o de que la edad reproductiva de la mujer deje de ser un posible condicionante a la hora de la contratación laboral, la salud de la mujer se ve ampliamente afectada por la maternidad porque se sigue actuando sobre ella tarde y de forma paliativa, en vez de combinar acciones preventivas y educativas desde edades tempranas o, por lo menos, desde la adolescencia. Me estoy refiriendo, en concreto, a la salud del suelo pélvico.

La década de los 80 supuso un antes y un después en el estudio de la musculatura de dicho suelo, gracias a la dedicación en la reeducación y rehabilitación uro-ginecológica de Marcel Caufriez. Sus estudios y las posteriores investigaciones y trabajos desarrollados por la Tamara Rial y Piti Pinsach, sirvieron para plantear la práctica de los ejercicios hipopresivos como elemento de rehabilitación del suelo pélvico femenino en los casos de incontinencia urinaria o prolapsos. Más tarde se consideró la posibilidad de abordar el trabajo de hipopresivos desde la preparación al parto, con lo que se conseguía una mejor funcionalidad del suelo pélvico y se prevenían los posibles problemas derivados del alumbramiento. Me consta que ha habido cierto avance en este sentido, pero también que resulta insuficiente la aplicación de protocolos efectivos para que la aplicación de los hipopresivos sea generalizada en los centros de salud. Damos como un hecho aceptado e inevitable que es normal padecer incontinencia urinaria a partir de cierta edad (cada vez más temprana), debido a los posibles partos y a los cambios hormonales que se producen en la menopausia cuando, en realidad, estos problemas se pueden paliar en gran medida con una concepción más holística de la salud de la mujer.

Suelo pélvico e hipopresivos

Por si fuera poco, el aspecto físico cobra cada vez mayor importancia. Las personas en general, y las mujeres en particular, se lanzan a practicar deporte sin tener el suelo pélvico y el core preparados para deportes de impacto como correr, o realizan rutinas de abdominales y gimnasio, levantamiento de pesas o crossfit, sin tener en cuenta conocimientos o un mínimo asesoramiento sobre la forma adecuada sobre cómo hacerlos, por lo que las lesiones del suelo pélvico están más que aseguradas. Miedo me da pensar en las consecuencias de todos los entrenamientos realizados durante el confinamiento por personas que seguían cualquier tutorial de you tube o directo de instagram.

Extensión, Deportes, Mujer, Atleta, Aptitud Física

Cada vez hay más evidencias y casos de deportistas que refieren problemas de incontinencia debido al trabajo descompensado que tonifica la faja abdominal a costa de someter a la muscula tura del suelo pélvico a una hiperpresión. De ahí que los hipopresivos hayan ido, poco a poco, incorporándose a la rutina de entrenamiento de numerosas disciplinas deportivas, con el fin de lograr un entrenamiento más equilibrado y lograr la prevención de futuras lesiones.

La última disciplina en sumarse a la práctica de los hipopresivos es la música, en especial cantantes e instrumentistas de viento. Cada vez son más las profesionales que se convencen de la idoneidad de incorporar a su rutina la práctica de hipopresivos, tanto por su acción preventiva sobre las posibles presiones a las que se somete el suelo pélvico en la práctica artística, como por la mejora a nivel de control postural, liberación y ampliación de la capacidad respiratoria, así como beneficios a nivel psicológico, ya que el pxoas y el diafragma, músculos de las emociones por antonomasia, se ven implicados en la realización de los hipopresivos y la acción sobre ellos resulta muy beneficiosa.

Dicho todo esto, ¿a qué esperamos para incorporar la enseñanza de la musculatura del suelo pélvico y la práctica de estiramientos o hipopresivos en los centros escolares? ¿por qué no se normaliza su práctica en la preparación al parto y en la recuperación tras él? ¿por qué no se incluye en las revisiones ginecológicas un reconocimiento sobre el grado de funcionalidad de la musculatura del suelo pélvico? ¿qué tal si se actualiza la formación de las personas que se dedicarán a la preparación física en las diciplinas deportivas o en las artísticas?

La RAE define el término Salud como “Estado en el que el ser orgánico ejerce normalmente todas sus funciones”. El suelo pélvico femenino deja de ser funcional demasiado pronto, teniendo en cuenta que cada vez se alarga más la esperanza de vida. Y no es solo un problema de mujeres. Los hombres también se pueden beneficiar de la práctica de los hipopresivos ya que se evitan problemas a nivel de próstata, hernias inguinales o pinzamientos de nervio pudendo. La diferencia es que, en el caso de las mujeres, partimos con la desventaja de tener la cadera más ancha que la de los hombres y eso condiciona que seamos más propensas a tener problemas en esa zona del cuerpo, incluso sin haber pasado por la experiencia de embarazos y partos.

El conocimiento de esta característica de nuestra anatomía nos da el poder para evitar que sigamos aceptando estas afecciones como inevitables. Debemos ponernos manos a la obra y comprometernos con nuestra salud, primero a nivel individual, haciendo cuanto esté en nuestra mano por tomar conciencia de la importancia de mantener nuestro suelo pélvico en forma. Después a nivel colectivo, reclamando atención y asesoramiento médico especializado sobre esta cuestión desde la escuela hasta en los reconocimientos ginecológicos. Y siempre pensando que, si nosotras, en esta parte del mundo llena de privilegios, andamos manga por hombro en este sentido, cómo no estarán las mujeres de esos otros países a los que les queda tanto recorrido por avanzar. Por ellas, por nosotras, hagamos lo posible para que la salud de la mujer no caiga en saco roto.

Más fuerte que nunca, mi lema: ¡Mucha música y mucha salud!

Ana María Pérez Martínez

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